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Historias y Leyendas

Maribel: «Luché y me arriesgué para hacer ricos a otros»

Era yo apenas una chiquilla de 11 años, la mayor de 7 hermanos, vivíamos a las orillas del Rio Lempa, no sé si del lado de Chalatenango o de Cabañas, lo que si sé es que me quedaba cercano un pueblo llamado Victoria.

Eran los años 80´s y comenzaba a estudiar 5o. grado. Una mañana me salió al encuentro un grupo de hombres y mujeres uniformados, me detuvieron y me dijeron que me necesitaban para que me incorporara a la lucha de los pobres. Yo, ignorante les dije que avisáramos a mi mamá, me dijeron que otro día regresaríamos.

Me llevaron a un campamento llamado La Campana, allí había muchos niños y niñas de mi edad a los cuales entrenaban como usar los fusiles G3 y a fabricar bombas en latas vacías de sardina y leche en polvo, pasaron los días y nunca me llevaron donde mi mamá. Con el tiempo me acostumbré. Los comandantes y la Radio de Nicaragua que escuchábamos todo el tiempo me lavaron el cerebro, se nos enseñó a odiar a los ricos explotadores y a los terratenientes que explotaban a los campesinos. Se nos decía que los soldados eran nuestros enemigos traidores que luchaban contra nosotros para defender los intereses de la oligarquía.

En esa lucha me hice mujer, me enamoré, pero no fuí correspondida, pues solo debía complacer a muchos, no había tiempo para amar, solo para complacer, eso era lo primordial.

Pasaron los años, terminó la guerra, se firmaron los acuerdos de paz. Nos prometieron tierras, seguridad y un mejor vivir.

Han pasado los años y la ansiada ayuda nunca llegó. Entregué mi niñez, mi juventud, mis sueños e ilusiones arrebatadas. Aquellos comandantes a quienes les sirvió mi ingenuidad, ahora los veo de lejos con guardaespaldas, adinerados. Ya olvidaron a quienes les quitamos el frío en aquellos montes. Ahora son ricos.

Aquellos que un día nos dijeron que odiáramos a los ricos explotadores hoy son unos de ellos.

Solo me queda frustración y los recuerdos de mi familia con quien pude haber crecido y haber realizado mi vida junto a un buen esposo.

Soy Maribel, vivo sola, arruinada, enferma, con sordera y no tengo nadie quien responda por mí. Solo sé que fui obligadamente: Una Hija de la Guerra.

– Encontrado por ahí, créditos a su autor.

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