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InternacionalesOpinión

La carta del Primer Ministro japonés

Por Guillermo Serrano, desde Washington.
Lunes 22 de mayo de 2023

Es raro y casi difícil saber mucho de lo que pasa en Japón. El secretismo la reserva parece ser la característica de los habitantes de esa parte del mundo.

Por eso ha sido extraño recibir la carta abierta y la declaración que ella encierra de ese mandatario nipón que, nos recuerda la tragedia vivida por la ciudad sede de la llamada reunión del G-7 (el encuentro anual de los países occidentales que manejan la economía del resto del mundo).

“Del 19 al 21 de mayo recibiré a los líderes de Canadá, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión Europea en Hiroshima para la cumbre del G-7 de 2023. El simbolismo de la ubicación es a la vez poderoso y deliberado. Hiroshima, la ciudad que he representado a lo largo de mi carrera política, fue destruida por una bomba atómica en 1945, la primera vez que se utilizaron armas nucleares. Esa terrible historia me llevó a hacer del desarme nuclear y la no proliferación el trabajo de mi vida, animado por el ideal de un mundo sin armas nucleares. Hoy, el pasado de Hiroshima debería servir como un recordatorio de lo que puede suceder cuando la paz y el orden se desmoronan y dan paso a la inestabilidad y el conflicto, un recordatorio que se necesita más que en cualquier otro momento de las últimas décadas.

El mundo se encuentra en una encrucijada histórica. Se enfrenta a un complejo de crisis, desde el cambio climático y las pandemias hasta la inseguridad alimentaria y energética y la agresión de Rusia contra Ucrania, que ha sacudido los cimientos mismos del orden internacional. En la cumbre del G-7 de Hiroshima, celebrada en este contexto, debemos demostrar contundentemente nuestra determinación de defender un orden internacional libre y abierto basado en el estado de derecho. Al mismo tiempo, también debemos fortalecer nuestro alcance a los países del llamado Sur global. La agresión de Rusia contra Ucrania ha tenido un impacto devastador en los medios de vida de las personas en todo el mundo, pero especialmente en el Sur global. A menos que escuchemos y abordemos las preocupaciones relacionadas con ese impacto, no lograremos generar la confianza necesaria para mantener un orden libre y abierto”.

Fueron los Estados Unidos, los que para vencer la resistencia de los japoneses detonaron dos bombas atómicas: la primera sobre la ciudad de Hiroshima y la segunda en Nagasaki. Los resultados fueron nefastos, por decir lo menos.  Se dice que el número de muertos ascendió a 120 mil. Pero los que sobrevivieron con quemaduras y cánceres incurables hayan sido quizá el doble…

El 6 y 9 de Agosto de1945 quedaron marcados en la memoria y en la piel de millones de japoneses, significado hasta donde puede llegar la atrocidad humana cuando se trata de ganar un conflicto y generar después, toda la ganancia económica que proviene de reparación por parte de los vencidos, en cifras de millones de moneda “dura” que se hacen interminables en el tiempo y que nunca parecen tener un límite.

Históricamente las críticas principales de las reparaciones de guerra han sido:

Que solo hay medidas punitivas en contra del pueblo del lado perdedor, más que en contra de los lados beligerantes, que puede ser el lado que justamente debería hacer las reparaciones.

En muchas instancias, el pueblo del gobierno vencido que libró una guerra en realidad tuvo poca o nula participación en la decisión de librar esa guerra, y por lo tanto las reparaciones de guerra son impuestas a gente inocente.

Que después de varios años de guerra, el pueblo del lado perdedor es probable que ya esté empobrecido, y la imposición de las reparaciones de guerra puede llevar a hundir aún más en la pobreza al pueblo, encendiendo un resentimiento a largo plazo en contra del lado victorioso y haciendo poco probable la realización de dichos pagos.

¿La justicia tiene algo que decir al respecto? Pues no, porque las reglas, incluyendo en esta pálida idea de justicia a los tribunales internacionales, estos los ponen o imponen los que ganan. Siempre ha sido así. Existe otra justicia que viene o vendrá: algunos hablan de la ley del karma. Otros de cierta justicia divina. Pero si este es el caso, ¡que Dios nos sorprenda confesados!

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