Hoy se cumplen 39 años del asesinato de San Óscar Arnulfo Romero

La Iglesia Católica, feligreses y salvadoreños en general recuerdan este domingo el martirio del primer santo salvadoreño: Óscar Arnulfo Romero, quien fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por parte de un francotirador de los escuadrones de la muerte y cuyo autor intelectual fue el mayor Roberto d’Aubuisson, fundador del partido ARENA, según lo estableció la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas.
La conmemoración inició desde ayer. Entre las actividades estuvo una vigilia, y en la capilla del Hospital de la Divina Misericordia, lugar donde fue asesinado, se revivió su última homilía.
También, el arzobispo de San Salvador, Mons. José Luis Escobar Alas, ofició una misa en Catedral Metropolitana en memoria de San Romero, en la que agradeció al papa Francisco por haberlo proclamado santo el pasado 14 de octubre.
La misa fue precedida por una concentración de creyentes que en procesión partieron desde la plaza del Salvador del Mundo, con destino a Catedral Metropolitana. A la convocatoria asistieron fieles llegados no sólo de todo el país sino también de Nicaragua, Honduras e Italia. Con cantos los salvadoreños y extranjeros participaron en una peregrinación para recordar 39 años del asesinato de monseñor Romero.
“A monseñor Romero lo mataron por su palabra, por defender a los más indefensos, a los pobres”, dijo a una agencia de noticias, Atilio Martínez, que a sus 20 años dice que aprendió a “conocer a Romero por lo que me contaron mis padres”.
Después de un largo proceso, el papa Francisco decretó que Romero fue asesinado por odio a la fe y aprobó una declaración de martirio y, por ello, el pontífice lo canonizó en el Vaticano frente a cientos de salvadoreños que llegaron, desde varias partes del mundo, a la Plaza de San Pedro.
Llamado también “la voz de los sin voz” por abogar por los más pobres e indefensos durante la década de 1970, Romero fue asesinado por un francotirador con un disparo al corazón cuando oficiaba misa. Unos días antes había pedido a los militares en una homilía que “en nombre de Dios y de este sufrido pueblo cesaran la represión”.