Repatrian a salvadoreño que murió ahogado en Río Bravo en su camino hacia EE.UU.
Durante un mes y medio la familia hizo colectas para recaudar más de $5,000, para traer el cuerpo al país.
«Nunca me imaginé estar poniéndole flores a mi hijo», dice una madre, quien sin contener las lágrimas coloca las mejores rosas de las que ella misma vende en el mercado de Usulután. Esta vez las pone al pie de un cartel con la fotografía de uno de sus hijos, quien murió en la abrumadora ruta del migrante.
El 15 de enero, Gerónimo Evaristo Beltrán, de 32 años, salió en la madrugada de su lugar de origen en el cantón El Cerrito, Usulután, y su familia lo despidió ese día. Llevaba un bolso con un poco de ropa, pero su mente iba llena de metas y objetivos que pretendía cumplir al llegar a Estados Unidos.
«Él siempre lo que quería era sacar adelante a sus dos hijas, y me dijo que se iba ir porque quería lograr hacer su casa para su familia. La realidad que vivimos en este país hace que las personas tomen la decisión de emigrar para tener mejores oportunidades», dice Marcos Aníbal Beltrán, padre del migrante fallecido.
El 31 de enero, fecha de cumpleaños de una de las hijas de Gerónimo, la familia todavía tuvo comunicación con él, incluso dicen que lo vieron a través de una videollamada y cuentan que se veía muy animado, pues estaba a punto de cruzar el temido Río Bravo, que divide a México de Estados Unidos.
Esa misma noche, el joven ya no respondió mensajes ni llamadas. El 1.º de febrero por la tarde, la compañera de vida de Gerónimo recibió una llamada internacional donde le notificaron que habían encontrado un cuerpo y cerca de él había números de teléfonos, direcciones e identificaciones que hacían sospechar que el fallecido era el joven usuluteco.
Antes de emprender el viaje hacia Norteamérica, Beltrán trabajaba para una tienda al mayoreo en la cabecera departamental, donde laboró por siete años ganando el salario mínimo, y en vista de que no alcanzaba a cubrir todas las necesidades de su familia decidió viajar de manera ilegal.
«Él siempre decía: yo trabajo y trabajo y nunca paso de lo mismo, el sueldo no me alcanza. Él me dijo que al llegar me iba ayudar a salir de las deudas que tenemos y me pedía que no me afligiera, que íbamos a salir adelante cuando él llegara, pero lo perdí para siempre», relata Cipriana de Paz, madre del joven.
Luego de un proceso de identificación, la familia recibió la confirmación que el cuerpo que había sido encontrado al otro lado del Río Bravo era el de Gerónimo, y que podían iniciar el proceso de repatriación, que tardó un mes y medio, pues la familia no contaba con recursos económicos para pagar los costos.