Trump calculó impacto electoral de cancelar TPS
Mientras el gobierno del presidente Donald Trump en sus primeros días trataba de hacer aprobar políticas de inmigración más severas, al parecer calculó su posible impacto en la contienda presidencial de 2020, al tiempo que rechazaba las advertencias sobre la seguridad nacional realizadas por diplomáticos estadounidenses, de acuerdo con memos del Departamento de Estado dados a conocer ayer.
Los
documentos internos, publicados en un informe de senadores demócratas, ofrece
un vistazo de la división entre diplomáticos de carrera y un nuevo gobierno
ansioso por poner fin a un programa de protección para cerca de 400,000
centroamericanos y haitianos que habían estado viviendo en territorio
estadounidense sin autorización legal.
Ante los desafíos legales, el gobierno de Trump ha dado marcha atrás, y el mes pasado extendió por un año el llamado estatus de protección temporal (TPS, por sus siglas en inglés) para migrantes mientras las cortes federales resuelven las disputas.
La aparente
inyección de política electoral en lo que se suponía era una decisión de
políticas sobre las protecciones humanitarias para los migrantes de algunos de
los países más pobres y violentos del Hemisferio Occidental, vino del personal
de planeación de políticas del entonces secretario de Estado Rex Tillerson, un
grupo de personal de libre designación.
Eso contrasta con décadas de consenso bipartidista sobre el tema, así como con las advertencias de las Embajadas estadounidenses en El Salvador, Honduras y Haití de que el terminar el TPS avivaría un incremento en la delincuencia transnacional y la migración no autorizada, y afectaría la posición de Estados Unidos en Latinoamérica y el Caribe.
«Un fin repentino del TPS para El Salvador socavaría la cooperación adicional para enfrentar las causas de raíz de la migración ilegal y superaría la capacidad del país para acoger a los refugiados», escribió la entonces embajadora estadounidense Jean Elizabeth Manes en un cable de julio de 2017 a Washington, una de varias recomendaciones recibidas durante ese verano de parte de diplomáticos experimentados que se opusieron enérgicamente a la decisión.
Tales recomendaciones fueron respaldadas por quien en ese entonces era el diplomático de carrera mayor rango del Departamento de Estado, quien fungía en ese momento como secretario de Estado para Asuntos Políticos, Thomas Shannon.